A ver Señora ¡En 30 segundos, sin repetir y sin soplar! MOMENTOS MUY FELICES con su marido en los últimos 10 años. YA!:.. Eh…¡Ah, cuando nació mi hija!....ehhh…¡Y cuando nació mi hijo!... ehhhh…. ehhhh.. ehhhh ….¡Tiempo!
Martes. Era muy temprano, tipo cinco o seis de la mañana, cuando sentí la luz del dormitorio metiéndose a pleno en mis retinas. Vincent y no otro, tuvo la idea de levantarse y ponerse a acomodar su ropa en el placard. La que estaba en la bolsa de residuos. Como una más de tantas veces, sentí en mi epidermis la energía negativa de su venganza. Entonces, opté por taparme completamente y dejarlo ahí solo con sus maldades. Él no evitaba hacer los ruidos correspondientes, pero hasta mi escondite llegaba poco y nada. Todo soportable, hasta que se puso a cantar. No muy fuerte, pero lo suficiente como para lograr incomodarme:
VINCENT
Es que estás llena de sombras…
Y ensombreciste la casa… la la la
El nido estaba caliente…
Y acabó por enfriar… la la la
A veces te volvés exigente
Esperando magia en mis propuestas…
Pero alguna absurda respuesta
Te vuelve a decepcionar… aaaar…
Ahí sí que me cansé y me levanté. Pedazo de imbécil! Con canciones a mí!
Tomé mi almohada y las sábanas y me fui al dormitorio de las visitas. Le pusimos así porque, en un principio, realmente quería que fuera para ellos. Hasta que las visitas se abusaron. Tenía lo mínimo indispensable: una cama, colchón, mesitas de luz y un placard agregado. En ese cuarto me encerré sin escuchar más nada. Por suerte, estaba bastante alejado del resto de la casa. Con este “interruptus” me costó retomar el sueño.
Y después de unas horas:
FABIO
Má… estás bien?
YO
Si hijito, qué pasa?
FABIO
Son las diez de la mañana.
YO
Uhh qué tarde.
Me levanté de un salto y preparé el desayuno. Por suerte la nena estaba bastante bien. Se la veía animada pese a las dificultades y limitaciones del yeso. Lo que la tenía fascinada era la idea de acompañarme a la inmobiliaria, no paraba de hablar de eso.
Después de almorzar fuimos al colegio del nene.
FABIO
(Bajando del auto)
Bueno má, hasta luego.
Y vos Dalila, tratá de estar quieta,
no corras que te podés volver a lastimar.
DALILA
Nene, vos no sos mi papá.
FABIO
Pero soy el que te cuida.
Al llegar a la oficina.
BLANQUITA
Hola a las dos preciosas. ¿Cómo seguís Dalila?
DALILA
Bien.
BLANQUITA
Te gusta trabajar con tu mamá?
DALILA
¡Qué no!
YO
Blanquita, te doy los datos de las
propiedades que ví ayer?
Luego, fuimos hasta nuestro escritorio.
JORGE
Fuiste a ver clientes con la nena?
YO
Si.
JORGE
Y no queda… poco profesional?
YO
Si es así, lo lamento por los clientes
y por todos los que lo piensen.
La verdad, no me gustó nada ese comentario. Entonces traté de seguir con lo mío, prestándole al vendedor la mínima atención. Estaba en eso cuando llegó el Arquitecto Piña.
ARQUITECTO PIÑA
Jorge, usted tenía una tasación ayer en la calle Formosa?
JORGE
Si señor.
ARQUITECTO PIÑA
Y llegó tarde…
Ese cliente es íntimo amigo del Sr. Morgante,
y lo llamó a él directamente para quejarse.
JORGE
Si, lo que pasa es que había unas calles cortadas…
Lo de siempre, y me retrasé.
ARQUITECTO PIÑA
Bueno, en ese caso trate de salir con más tiempo.
DALILA
(Muy bajito a mi oído)
¡Qué mentiroso!!! Si se había olvidado.
¡Decíselo al arquitecto!
YO
Shhh! Vos, mutis, no se lo cuentes a nadie.
DALILA
Por qué?
YO
Porque sí.
JORGE
Arquitecto, estuve pensando
¿No tendríamos que dejar de hacer alquileres?
Dejan poco y son una complicación.
ARQUITECTO PIÑA
Ah… claro.. ¿Y qué sugiere que hagamos?
JORGE
Ventas solamente.
ARQUITECTO PIÑA
Ventas de qué? Si no tenemos mercadería.
JORGE
Bueno, con un aviso institucional, o uno de captación…
ARQUITECTO PIÑA
Lo paga usted? Porque la empresa…
JORGE
Bueno, al fin y al cabo no es tanta plata.
Y es lo que más rinde.
ARQUITECTO PIÑA
Le reitero ¿Lo pagaría usted?
Con su plata hacemos lo que quiera.
JORGE
Yo creo que es una manera de crecer…
ARQUITECTO PIÑA
La mejor manera de crecer es trabajando…
El arquitecto se fue. Jorge se quedó sin comprender el mensaje.
JORGE
Es inútil. Con el criterio de éste,
nos vamos al cierre seguro.
YO
(A Dalila)
¿Te duele el brazo?
DALILA
¿Por?
YO
Porque tendríamos que salir a ver porteros
después del colegio de tu hermano.
DALILA
Buenísimo. No, no me duele, vamos.
Preparé varias cartas de presentación para los dueños de departamentos y las guardé en el bolso. En ellas detallaba nuestro buen servicio inmobiliario, la honradez, la calidad, en fin, todo lo que hay que decir en estos casos.
Salimos a buscar a Fabio. Compré galletitas y unas chocolatadas, y después de merendar dentro del auto, fuimos los tres a visitar porteros.
Ahora con una nueva estrategia y más amabilidad de mi parte.
YO
(Al primer portero y con una sonrisa)
Buenas tardes! Acá le dejo unas notas dirigidas a las personas
del edificio que quieren vender su propiedad.
Usted, solo por dejarles el sobre, tiene doscientos
dólares cuando el inmueble se venda. ¿Le parece?
PRIMER PORTERO
(Apabullado)
Eh… si, pero yo…¿A quiénes quiere que se lo deje?
YO
A los que están pensando en mudarse,
son personas que llamaron a nuestra oficina,
pero lamentablemente, perdí sus datos.
Habíamos quedado en que les mandaba
información de nuestra empresa.
De todos modos, ellos me hablaron muy bien de usted,
así que seguro que los conoce bien.
PRIMER PORTERO
Uff ya hace diez años que estoy acá…
YO
Por eso, piense quienes son,
a usted la gente le cuenta todo ¿No?
PRIMER PORTERO
Uy… si esta boca hablara…
YO
Ah, y por favor, anote los departamentos en que puso
esta correspondencia, así llevamos un control para pagarle.
Bueno, me voy, muchas gracias.
Así fui haciendo con todos los porteros. A cada uno le dejaba cinco cartas. De esa forma, podría evitar el “lo vendo yo” o “quiero más comisión”. Un sistema más simple y que dependiera más de su decisión de quedar bien o no con los propietarios. Me pareció lo más sencillo, aunque partiera de una mentirita. Veremos después cómo resulta. Al menos hice el intento.
FABIO
Bien Milena, vas mejorando.
YO
Si, pichoncito? Te parece?
FABIO
Soy chiquito, pero vos haceme caso a mí.
Yo pienso mucho todo.
YO
Ay cosita!!!
DALILA
Y yo?
YO
Vos sos la asistente perfecta.
Terminamos de recorrer todos los edificios y de repartir todas las cartas.
Ese día, sentí por primera vez en mucho tiempo que Dios estaba de mi lado. Jamás me hubiera imaginado encontrar un trabajo tan lindo y que podía compartir con los chicos. Tal como una vez lo había soñado, estaba en el camino de crecimiento en una tarea que me gustaba, rodeada de buena gente de la empresa, y sin que mis hijos dependieran de otras personas, sin alterarles nada de la vida de siempre.
Solo me faltaba ganar algo de plata.
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