Las excusas de mi marido son tan inconsistentes, tan amorfas, tan inverosímiles. No pretendo que reconozca sus mentiras, pero seguir insistiendo con falsedades, me suena a “miéntele, miéntele, que algo quedará”.
Sábado. Como una rareza de la naturaleza, Vincent se levantó un poco más tarde que siempre y preparó un desayuno suculento para todos. Yo tenía demasiadas cosas que hacer, así que no esperé a que se fuera, como siempre. Llegué a la cocina y me hice un té, ignorando lo que él había puesto en la mesa.
VINCENT
Ahí… hay tostadas….
Ni lo miré, ni le respondí, ni lo registré.
VINCENT
Eh… Milena, te hice tostadas.
YO
No, gracias.
VINCENT
Son de salvado… ¿te preparo una?
Yo pensaba: ni en una simple tostada logro que me escuche. Le había dicho: no, gracias. Qué interpretaría él por un “no” mío? Pequeño detalle, pero revelador de cómo funcionaba nuestro vínculo.
VINCENT
Milena… estemos bien….
YO
Un poco tarde te acordaste.
VINCENT
Nunca es tarde.
Decime porqué estás tan enojada.
YO
No me hagas perder tiempo,
vos sabés muy bien todo lo que pasa.
VINCENT
Dale, hablemos, yo te puedo explicar cada cosa.
YO
Que me dejaste sola con los chicos?
Que siempre venís a la medianoche?
Que te importa un comino abastecer los gastos de la casa?
Que tenés una “esposa” alternativa?
Sos un cretino… realmente me acuerdo
y no sé cómo llegamos hasta acá.
VINCENT
Escuchame, tranquilizate, y escuchame.
Yo me mato trabajando en el negocio.
En este país no es fácil sostener un emprendimiento
por quince años, y yo lo logré.
No fue por casualidad, es que no lo descuidé ni un minuto.
YO
Y para qué te sirve?
Que yo sepa, no me avisaste que me querías como
niñera de tus hijos, para poder desligarte de ellos.
VINCENT
No es así…. Cómo te gusta exagerar…
Yo sé que los cuidás bien, por eso no me ocupo mucho.
Y con respecto a la plata de la casa… te lo digo bien…
vos no sabés administrar el dinero…
por eso te tengo un poco… cortita.
YO
Ah… gracias.
VINCENT
Lo hago por nuestro futuro.
YO
Y lo de Mariana?
VINCENT
Vos me viste alguna vez? No!
Solo tenés el cuento de un empleado resentido…
YO
Lo que me dijo es verdad, todo coincide.
VINCENT
Milena… me extraña…
Si vos me enganchás en algo raro... bueno, lo acepto y te pido disculpas…
Pero por un comentario!...
¿Ves? Yo no soy así.
Me digan lo que me digan, confío en vos...
Hasta que lo compruebe….
YO
Listo. No discutamos más.
Es lo de siempre, no nos vamos a entender…
VINCENT
Por favor…. Aunque sea por hoy… estemos bien….
YO
(Irónica)
No te tenés que ir al negocio?
Mirá que ya es bastante tarde…Vas a perder mucha plata…
VINCENT
Si, ya salgo…. Eh…te quería decir…
¿te acordaste qué día es hoy?
YO
(Sorprendida)
No! Qué día es?
VINCENT
Hoy es el cumpleaños de… mi mamá…
YO
Ah… ahora entiendo. Pero yo no voy. No cuentes conmigo.
VINCENT
Y ella, qué te hizo?
YO
A vos te hizo.
VINCENT
Milena, es un ratito, a la noche con los chicos.
YO
Ni que fuera un segundo, no voy.
Se acabó de simular la “Familia Ingalls” por todos lados.
VINCENT
Dale… no quiero caer solo con Dalila y Fabio.
Después todos me preguntan por vos.
YO
Deciles que estoy enferma.
Vincent tiene la ventaja de que me conoce. Sobre todo detecta perfectamente mis gestos cuando no puede seguir insistiendo con un tema. Y esta vez, el radar le funcionó. Se fue sin decir más nada.
Y una vez finalizado ese tema, me enchufé con la agenda del momento.
Mi vida en los últimos dos días se había alterado tanto, que valoré especialmente poder quedarme en casa un sábado. Pasó una rato y se levantaron mis niños. Con gusto deglutieron todo lo que Vincent había preparado, y eso me ahorró trabajo a mí.
El clima, contrariamente a lo que venía ocurriendo, estaba caluroso. Hacía como treinta grados al comenzar la mañana. Y la pileta estaba sucia. Además, tenía que lavar ropa, planchar, cocinar y, fundamental, hacer llamados a clientes. Ante la insistencia de los chicos, primero comencé por la piscina, así se iba llenando durante el día. Trabajo pesado si los hay, aunque no era muy grande, pero como ahora no tenía tiempo para perder, lo resolví rápidamente en solo una hora. Fantástico. Después puse la ropa a lavar, y mientras, me comunicaba con el inalámbrico.
YO
Hola, soy Milena de Morgante Constructora Inmobiliaria.
La llamo para saber si está pensando en
vender su vivienda y comprar otra.
CLIENTE
Ah… no, en este momento no, pero le agradezco su gentileza.
Esa empresa se ha portado muy bien con nosotros.
Quedamos muy conformes con el departamento.
Si nos decidimos, la vamos a llamar.
Siguiente cliente.
YO
Hola, si, de Morgante Constructora Inmobiliaria,
quisiera saber si están pensando en cambiar el
inmueble que nos compraron,
porque tenemos otro a estrenar en Belgrano.
CLIENTE
Ay si, casualmente queríamos agrandarnos.
Pero no en Belgrano, tendría que ser en Caballito.
Algo lindo, como de 3 ambientes, con cochera.
Corrí a buscar una lapicera para escribir.
YO
Bien, estoy tomando nota, ¿algún otro detalle?
Y así seguí alternando llamados con quehaceres de la casa. A las dos de la tarde ya había completado 20 clientes, terminado de lavar la ropa y planchar, y me faltaba solo la comida.
Estaba cocinando y con otro llamado, cuando se me acercó Fabio haciendo señas con la manito y la boca, de que tenía hambre.
YO
Si, señora, los departamentos
de Belgrano son muy lindos.
Mientras conversaba con la clienta, le hacía señas al nene de que tenía que esperar porque la comida todavía no estaba. Con señas solamente. Él me contestaba fastidiado que cuánto era el tiempo. Yo le respondía con las manos que diez minutos. Dalila miraba todo.
CLIENTA
Pero cuántos metros tienen?
YO
Y… son amplios… El metraje no lo tengo,
pero se lo puedo averiguar y la llamo.
Recién ahí me di cuenta que no tenía demasiados datos del edificio de Belgrano. Y pensé que sería bueno ir a conocerlo en algún momento. Traté de que eso no me frenara, y seguí con los llamados y la comida. Los chicos se habían ido.
YO
Si, señor, nosotros le podemos vender su
departamento e intentar encontrarle otro
de la misma calidad pero más chico.
CLIENTE
Si? Sería muy bueno si se ocupan.
Porque yo quiero que sea contrafrente….
Se me acercó Dalila con una cartulina grande escrita. Decía: “¿Podemos ir a la pileta?” Le contesté con un gesto rotundo con los brazos que no, y le mostraba la comida. Era un doble diálogo: con los chicos y con el cliente. Mientras, yo anotaba lo que me decía mi interlocutor telefónico en un cuaderno.
YO
Si, y qué más desearía?
CLIENTE
Un balcón grande, no circular,
porque no me gusta…
En ese momento, Dalila se arrodilló a mis pies suplicando con el cartelito. Yo seguía con los gestos rotundos de no! Y le indicaba que tenía que comer primero.
YO
Bien, ya anoté todo lo que me dijo.
CLIENTE
Y porqué no me tasa el mío?
YO
Eh…. Eso lo hace el Arquitecto Piña….
CLIENTE
Bueno, que venga, entonces.
Se apareció Fabio con otras dos cartulinas más. Una decía SI y la otra NO. Entonces, mientras Dalila me volvía a mostrar el cartelito “¿Podemos ir a la pileta?”, Fabio me mostraba los dos cartelitos de “SI” y “NO”. Yo siempre elegía el de “NO”. Fabio se enojaba. Ambos seguían con gestos cada vez más exagerados alrededor mío para lograr el sí. Me abrazaban, se hacían los que lloraban, suplicaban. Hasta que me cansé.
YO
Shhhhh…Basta! No se puede!
CLIENTE
Hola, hola… porqué no puede el arquitecto?
YO
Ah… no, en realidad le quise decir que si!
Los chicos tomaron ese “sí” como para ellos, y salieron corriendo a bañarse al fondo.
Al final, me ganaron por cansancio. Terminé de anotar todo y me metí en la pileta con ellos.
viernes, 18 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario