martes, 22 de diciembre de 2009

53 – ME QUIERO DIVORCIAR YA! - PORTEREANDO

Aprender a amar es maravilloso. Primero a los padres, después a la pareja. El problema es que con la llegada de los hijos todo lo anterior se opaca. Nada es más puro, ni más auténtico, ni más desinteresado, ni más generoso.


Miércoles. Si hubo días en que estuve de mal humor, ese era uno de ellos. Por suerte, Vincent volvía muy tarde de trabajar y se levantaba muy temprano. Conclusión, no nos veíamos para nada. Mejor. Mi paciencia no daba para agregar otro conflicto más. Y él era el especialista en creármelos.

Como a eso de las diez de la mañana, me llamó Blanquita a casa por teléfono:

BLANQUITA

Milena, estás bien?

YO

Ufff.

BLANQUITA

Vas a venir?

YO

Y… no sé.

BLANQUITA

Vamos! No me vas a aflojar justo ahora!

Vos no sos así…

YO

Si, tenés razón, pero de solo pensar en volver a hacer llamados…

BLANQUITA

Y seguí con otra cosa…. Eso lo podés retomar más adelante…

YO

Lo voy a pensar un poco…

BLANQUITA

Venite! Te espero como siempre!

Después del bajón anímico del día anterior, este llamado de Blanquita me daba “calor”. A veces los trabajos no son solo el sueldo. También son los vínculos que se crean con las personas que nos rodean. Y ella se iba haciendo importante afectivamente en mi vida. También el arquitecto. Y hasta el apático de Jorge. A cada uno, a mi manera, los empezaba a valorar cada día más.

Recapacité, y traté de juntar fuerzas para poder seguir. Como con todas las cosas que me salían mal, incluso Vincent, le puse un tope a mis intentos. Un mes. Ni un día menos, ni uno más. Si en ese tiempo no lograba resultados, daría por concluido el tema laboral en esa empresa.

Este sistema siempre me resultó útil para saber que mis decisiones importantes no se basaban en cuestiones impulsivas, ni tampoco que dejaba en eterna agonía el final de algún asunto. Con ese orden en mi cabeza, pero sin el entusiasmo del día anterior, llegué como siempre a las 13,30 a la oficina. Ni hablar de llamar otra vez a dueños. De solo pensarlo me daba urticaria. Estaba con la idea de encarar el tema porteros. Como primera medida armé una planillita para llenar con los datos de cada edificio, nombre del encargado, teléfono, etc. Una vez que estuvo lista, salí a la calle a recorrer uno por uno. Tocaba timbre en la portería y no me contestaba nadie. Así con uno, dos, quince, veinte. Hasta que llegué a un edificio grande con vigilancia.

YO

Qué tal señor? Está el portero?

VIGILADOR

Noooo a esta hora descansa.

YO

Y a qué hora lo encuentro?

VIGILADOR

De 8 a 12 y de 17 a 19.

En esos horarios está en la calle.

Pensé: qué mal, a la mañana no puedo, y a la tarde salen los chicos del colegio.

YO

Bueno, gracias. Eh… usted no sabe si alguien

del edificio quiere vender su departamento?

VIGILADOR

Nooooo, eso lo “maneja” el encargado.

Recién ahí entendí porqué no me contestaba ninguno. Volví a la oficina e intenté llamar a algunos clientes de la constructora. No había nadie en las casas, así que dejé mensajes en casi todos. Igual, no me esforcé mucho, porque con el entusiasmo que tenía no creía poder convencer a nadie. Con el plan de los 30 días de paciencia en la cabeza, decidí que lo mejor era buscar a los chicos del colegio y salir a "porterear" con ellos. Total, no tenía nada que perder. Peor que ahora no podía estar. Cuando los retiré, les di algo de merendar en el auto y salimos a caminar por el barrio de la inmobiliaria. Serían las cinco y media, y ahora sí que estaban todos los porteros en la vereda. Entonces, encaré uno por uno con los chicos de la mano.

YO

Qué tal señor? Soy de Inmobiliaria Morgante.

Hay algún propietario que quiera vender en este edificio?

PORTERO

Si, hay uno ¿Y ustedes cuánto me pagan por el dato?

YO

(Animándome)

Doscientos dólares cuando se vende.

PORTERO

Qué? Para eso lo vendo yo!

Desmoralizada como estaba, seguí adelante sin analizar demasiado la pavada que acababa de escuchar. Hasta el siguiente.

YO

Buenas! Busco algún departamento que esté en venta….

PORTERO

“Tengo” dos, uno en el quinto y otro en el octavo.

Si compra, yo le cobro el dos por ciento de comisión.

El tipo creyó que era una clienta particular.

Ahí nomás me enojé

YO

Dos por ciento? Y porqué cobra eso? No es “a voluntad”?

PORTERO

No, si una inmobiliaria le cobra

el cuatro, lo mío no es nada.

Evidentemente los planetas se me habían cruzado últimamente, entonces opté por lo más práctico.

El siguiente portero:

YO

Qué tal? Le dejo una tarjeta de Inmobiliaria Moragante?

Si alguna vez nos manda un cliente, le damos doscientos dólares.

Si le sirve bien….si no, es problema suyo…

Así, breve, seca y cortante. Le di la tarjeta y me fui. Si no estaba de acuerdo que la tirara. Ya me tenían cansada éstos también. Tenía razón el arquitecto, no son de fiar. El mismo sistema usé con los cuarenta encargados que encontré, sin siquiera anotar nada, así nomás al boleo. Y después me dispuse a ir al auto con los chicos.

FABIO

Má, a los clientes también los tratás así de mal?

YO

No es que los trate mal. Es que los porteros me tienen

un poco harta por cómo me reciben.

Algunos se creen más vivos de lo que son.

O te quieren “pasar” con las comisiones, o se hacen

los inmobiliarios sin saber nada… los detesto!....

FABIO

Má… lo importante no es que te atiendan bien,

sino que te dejen ganancia.

Me sorprendió el razonamiento del chiqui.

YO

Y vos qué sabés? Enanito de mi alma…..

FABIO

Lo se… siempre es así….

O te concentras en una cosa, o te concentras en la otra….

Yo un día ví a los chicos de mi escuela

que pasaban con la bandera de ceremonias

y me dije: yo quiero estar en ese lugar.

Entonces, me puse a estudiar como loco.

No paraba. Apenas si salía a jugar con mis amigos. Y lo logré.

Después… otro día me dije: yo quiero ser el

mejor compañero de toda la escuela…..

YO

(Intrigada)

Y qué hiciste?

FABIO

Y… traté de hacerme el bueno con todos.

Les regalaba caramelos, chicles, lo que conseguía.

Los ayudaba con los deberes, con las pruebas….

DALILA

Nene… hiciste trampa!!!!

FABIO

No hice trampa.

Hice cosas para que tuvieran ganas de votarme.

DALILA

Ellos te tenían que votar porque lo sentían.

FABIO

Bueno, yo los ayudé a que lo sintieran más.

Las cosas no vienen solas….

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