domingo, 6 de diciembre de 2009

37 – ME QUIERO DIVORCIAR YA! – CHAU INVASIÓN.

A muchos les cuesta entender la falta de acuerdo en una pareja. Es más o menos así: yo te pido seguridad y vos me das un DNI; yo te pido trabajo y vos me conseguís internas abiertas; yo te pido control del Indec y vos me das fútbol. Hasta que un día el diálogo de sordos estalla en mil pedazos.


Lunes. Me levanté contrariada. De estar sola siempre, pasé a esto de tener la casa llena de gente todos los días. Y lo peor, que en todos los casos eran decisiones compulsivas de Vincent. Sin dejar de considerar la parte buena de sus acciones, intenté explicarle por enésima vez que me tenía que consultar. Lo más tranquila posible, en el desayuno.

YO

Te quería decir algunas cosas.

La primera, antes de olvidarme otra vez:

¿podés ver qué tiene la lámpara del

frente de la casa que no prende?

VINCENT

Cambiá la bombita.

YO

No es la bombita, ya traté. Y me pediste que no

llamara a nadie, que vos mismo te ibas a ocupar…

VINCENT

Bueno, pero ahora no tengo tiempo.

YO

Hace más de 15 días que no anda y

a la noche es una boca de lobo.

VINCENT

Milena, ahora no.

Estoy pensando en otras cosas.

Nada peor que hacerse el tranquilo cuando uno está alterado por algo. Tarde o temprano la discusión estalla. A veces siento tanta indignación por sus actitudes, que bien podría haber sido yo un maremoto en vidas pasadas. Uno de esos que se va armando de a poquito hasta que irremediablemente, y fiel a su naturaleza, se desboca con toda la furia dejando un tendal de destrucción. O cuando dicen: perro que ladra no muerde. Es verdad! Yo siempre me quedo callada, hasta que un día me enojo y soy capaz de arrancarte un brazo al que me estuvo molestando.

YO

Ese es tu problema, que pensás en lo que

NO tenés que pensar

VINCENT

(Sorprendido)

Epa… ¿tanto lío por una lámpara?

YO

(Gritando)

¡Es que la lámpara SÍ es tu tema. NO las tardes

de MI vida con TU madre, o los asados con mis padres

sin avisarme a MI. O el supermercado

de los sábados con MIS compras!!!…..

VINCENT

Ah.. bueno… Esta es nueva…

YO

No es nueva, es la de siempre….

No te ocupes de mis cosas.

Fijate en los arreglos de la casa,

en las cuentas que hay que pagar,

en los eventos de los chicos…

VINCENT

Ayer fui yo quien los llevó al cumpleaños…..

YO

Y sin que nadie te lo pidiera… ¡¡¡metido!!!!!

VINCENT

Mirá Milena, ya te tuve bastante paciencia.

Sé que muchas veces te enojaste

conmigo y tenías toda la razón.

Pero este garrón no es mío.

Te dije que había recapacitado,

que quería que viviéramos bien,

que iba a colaborar con vos… Pero no lo valorás.

Es más, creo que querés enloquecerme…

Y eso conmigo no va.

YO

No entendes nada.

VINCENT

Sí que entiendo. Entiendo que me estás queriendo manejar.

Hasta acá llegué. Vos no sabés lo que es un tipo jodido.

Pero ahora te vas a enterar. ¿Dónde está la plata que te dí?

YO

No está más….

Vincent se fue furioso hasta el dormitorio. Revolvió todo buscando y buscando. Yo estaba en la cocina rezando: ¡que no vaya a la chimenea!... ¡que no vaya!... ¡que no vaya!... Después de unos minutos salió dando un portazo. Me quedé con miedo por lo que dijo. Miré en mi escondite y saqué la cajita de la suerte: plata, tarjeta, llaves, documentos, papeles del auto; estaba todo. Afortunadamente no la vio.

Diossss… hemos llegado a un punto imposible de revertir. Él no me entiende, yo lo detesto, nos ocultamos cosas –los dos-, nos aferramos a cuestiones materiales como principales botines de guerra. La mayoría de las veces que me digo “no confíes en él”, termina siendo cierto. Qué hubiera pasado si le creía cuando me dio la plata? Me dijo que era para la casa, para lo que necesitara. Y ahora se la quería llevar. También si hubiera podido, me complicaba el uso de mi auto. Ya lo hizo antes. Me hubiera quedado sin medios para vivir, sin vehículo. Esto no puede seguir así. Si no tuviera hijos me hubiera ido ya a cualquier lugar. No sé, una pensión, un departamento compartido. Y si no tuviera para comer, daría lo mismo. El tema es que los chicos no podían caer en cualquier cosa. Había que preservar sus vidas y sus rutinas diarias.

A costa de lo que fuere.

En ese momento se levantaron.

FABIO

¿Te peleaste con papá?

YO

No.

FABIO

Pero yo sentí gritos…

YO

Te dije que no hijito.

DALILA

Sí, te peleaste. Yo escuché la puerta que

se golpeaba y a papá que se iba.

YO

No se preocupen, fue algo sin importancia.

FABIO

Te prometo que no digo más malas palabras.

DALILA

Y yo que voy a aprender a poner bien la mesa.

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