sábado, 7 de noviembre de 2009

3 - UNA NOCHE INTERMINABLE

Me tengo que divorciar ya! Una cosa es un marido compañero que está al lado tuyo ante cada necesidad de la familia. Otra, muy distinta es aquel que se inmiscuye en lo que no sabe con tal de llevarte la contra. O, peor aún, el que por ahorrarse dos mangos termina generándote inconvenientes y estrés. Y encima te pide que le des las gracias.



Anoche nos acostamos como a las 3 de la mañana. Resulta que decidí que no usaría ni el cuchillo ni el calefón, entonces me pareció más seguro calentar agua en la cocina y bañar a los chicos en la bañera. Tardé como una hora en llenarla con las pocas ollas grandes que disponía. Al mediodía y a la noche.

Como una manera de que mis hijos vivan con orden sus días hábiles, trato de que puntualmente estén listos a las 21 hs., ya cenados y limpios como para que se acuesten. Y así lo hicimos.

A eso de las 23 llega Vincent con una enorme caja de herramientas y bolsas de cosas que había comprado en Easy. Desplegó a lo largo del living todo eso para disponerse a arreglar el calefón.

Trataba de ayudarlo como para que no hiciera demasiado ruido y también le hablaba despacito. Vincent seguía desparramando cables, porta lámparas, herramientas y todo lo que él consideraba tener a mano. Yo le recordaba a cada rato que los chicos dormían, pero parecía que no registraba ese dato. Finalmente puso manos al trabajo y desarmó todo el calefón. Cada pieza la depositaba prolijamente tirada por toda la cocina. Había que caminar sorteando cada parte que según Vincent estaba solamente apoyada para facilitarle la tarea. Luego de un rato volvió a armar el calefón mientras se repetía a sí mismo:

VINCENT

Soy un genio! ¿Dónde vas a encontrar un marido mejor que yo?

Entonces prendió el calefón a ver si andaba. Y saben qué? Funcionaba bien!

Ahí me tuve que rendir ante la evidencia.

YO

Bueno, entonces juntamos todo así cenamos?

VINCENT

Si…. Pero primero me quiero bañar.

Mientras Vincent reestrenaba el calefón me puse a juntar sola todas las porquerías que había dejado tiradas. De pronto escucho que grita desaforado desde el baño:

VINCENT

¡Milena! Me apagaste el calefón!

Me fijo y el calefón había decidido hacerle un piquete en medio del operativo “ducha”.

Me acerco hasta el baño y entro para decirle despacito:

YO

¡Se apagó solo!

Vincent otra vez medio enjabonado sale de la ducha y se envuelve con un toallón.

Va hasta la cocina y mira intrigado al calefón.

VINCENT

¿Seguro que no lo apagaste vos?

YO

(Mientras sigo juntando porquerías del piso)

Seguro….

VINCENT

Pero si estaba perfecto! A ver, alcanzame un cuchillo.

YO

Otra vez el cuchillo?

VINCENT

Qué querés, que me quede así?

En eso se levantan los chicos sin entender qué pasaba.

DALILA

Má, no dijiste que el cuchillo era peligroso?

FABIO

Nena, si papá pone el cuchillo es porque sabe.

YO

Qué hacen levantados a esta hora?

VINCENT

Alguien me puede dar el cuchillo?

YO

Tomá tu bendito cuchillo, y ustedes dos váyanse a dormir!

VINCENT

Ya que están, que te ayuden a acomodar todo.

Yo me termino de bañar y me sumo.

¡Ah!, no saquen el cuchillo y dejen la canilla de la

cocina abierta hasta que yo salga del baño.

Y así terminamos todos acostándonos a las 3 de la mañana. Vincent estuvo como 30 minutos duchándose. Con los chicos juntamos todo y limpiamos.

Vincent solo se limitó a cenar y a indicarnos cómo debíamos usar el calefón con el cuchillo.

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