domingo, 15 de noviembre de 2009

15 – ME QUIERO DIVORCIAR YA! –

El fin de una pareja se suele desatar como Diciembre de 2001. ¡Basta, con esta vida! reclamás una y otra vez furioso. Hasta que un día aparece la renuncia. Y el helicóptero. Entonces, te quedás mirando apenado como se pierde en el cielo un proyecto elegido que terminó en fracaso.


Este lunes comenzó como todos los días en que Vincent y yo estábamos peleados, es decir no me levanté hasta qué el se fue de la casa. El ratito que me quedé en la cama despierta pensaba y pensaba. ¿Cuántos Patricio podrían existir en el mundo? Sentía como si estuviera cursando una vida imperfecta y ahí nomás, enfrente, separada solo por tres metros, existía otra nueva con mejores posibilidades. Y no era por apostar a Patricio, que poco conocía, si no por lo que volví a sentir después de mucho tiempo.
Medité una y otra vez:
SOLO ES CUESTIÓN DE TOMAR ENVIÓN, PEGAR EL SALTO Y MANDARME.
En el medio el precipicio, o sea perderlo todo. Y del otro lado un riesgo más: encontrarme con una situación nueva que podía terminar siendo peor de la que ya tenía.
Entonces como si fuera un registro contable repasé mentalmente la columna del “haber” de mi matrimonio: Un marido ausente, Un padre insuficiente, Conflictos económicos; pero por sobre todas las cosas, Un vacío enorme de compartir con alguien, Ausencia de palabras cariñosas, de Caricias.
Y en el “debe”: Muchas ganas de vivir feliz.
Estuve con eso en la cabeza un buen rato.
Al terminar de desayunar, los chicos se retiraban a realizar la tarea escolar cuando les dije:

YO
¿Quién de ésta casa me puede
dar un abrazo fuerte?
Automáticamente los dos corrieron alborotados hasta mí. Yo me agaché un poco y Dalila y Fabio me rodearon con sus bracitos.

YO
Más fuerte, más fuerte!
Los chicos me abrazaban y apretaban, y yo a ellos. Nos dimos 5, 7 o 9 besos con los labios bien apretados contra la cara. Me asfixié de alegría.

YO
Gracias! Me puso muy feliz
ese “abrazote grandotote”
Los 3 nos quedamos contentos. Cada uno siguió con lo suyo. Después se bañaron, comieron y los llevé al colegio. Cuando volví a casa me puse a lavar los platos.
Golpearon la puerta –el timbre hacía rato que no funcionaba- Me asomé por la ventana y ví que era Pepe, el empleado que tenía conflictos con Vincent. Le abrí y lo hice pasar.

YO
¿Cómo estás Pepe?
Tu esposa, tus hijos?

PEPE
Más o menos, su marido no me quiso pagar
y por eso tenemos problemas en casa.

YO
Ahhh… ¿Y cuánto te debe?
PEPE
Básicamente un mes de sueldo.

YO
Cuánto es?

PEPE
Dos mil pesos.
Pensé en el descubierto acordado con el banco -5000- y decidí que todavía tenía margen.
Miré la hora: eran las 14.

YO
Te voy a hacer un cheque,
si te apurás lo podés cobrar hoy
mismo en ventanilla.
Pepe recibió el cheque agradecido y lo acompañé hasta la puerta.

YO
Bueno Pepe, espero que soluciones
todo y disculpá la demora.

PEPE
Si no fuera por usted yo no cobro nada.
No se que está haciendo al lado de un sinverguenza como Vincent.
Es un cínico, un hipócrita, un falso.

YO
Bueno, Pepe, es la primera vez que
te deja de pagar ¿no?.

PEPE
No lo digo por eso, lo digo por usted.
Él hace varios años que la engaña con
una clienta que viene todos los días
al negocio. Se llama Mariana y
si quiere le doy la dirección.
En ese momento sentí un cuchillo en el pecho que no me dejaba respirar. No se que cara habré puesto que Pepe me miró como con lastima y se fue.
A partir de ahí quedé medio estúpida. Caminaba por la casa sin saber qué hacer. Estaba desconcertada repasando rápidamente los últimos años con Vincent. Y fue como si de pronto hubiera encontrado la pieza que le faltaba a nuestra convivencia para entender porqué pasaba lo que pasaba. Ya no se trataba de los modos o los caprichos de Vincent.
Esto era otra cosa.
Atiné a mirar el reloj y me di cuenta que tenía que ir a buscar a los chicos. Y fui. Cuando se subieron al auto no podía disimular mi expresión de amargura. Se asustaron.

DALILA
Má! Qué pasa!

FABIO
Estuviste llorando?

DALILA
¿Querés un abrazo?

YO
Si, por favor.
Los chicos me abrazaron y no pude aguantar de llorar. Con todo el miedo y toda la angustia que significaba contar con los motivos suficientes y definitivos
NO ME QUEDA OTRA QUE TOMAR ENVIÓN, PEGAR EL SALTO Y MANDARME.

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