viernes, 20 de noviembre de 2009

20 – ME QUIERO DIVORCIAR YA! - CANSADA A LA CASITA DE MIS VIEJOS

Un marido desastroso con la guardia baja es como ver una película conmovedora: Vos sabés que lo que se muestra es pura ficción, pero no por eso dejás de emocionarte. Y él lo sabe.


Viernes. Después de mi declaración de guerra del mediodía, Vincent se quedó turbado.

Dejó de cantar, de tirar las cosas del placard, de ensuciar todo.

Algo es algo.

Se fue y regresó antes de la cena. Sacó un poco de ropa, saludó a los chicos y se volvió a ir.

Lo ví taciturno, como triste. Y era raro en él, siempre tan impulsivo, arremetiendo con sus ideas sin ver que se llevaba gente puesta. Por orgullo o por desidia, jamás se había mostrado de esa forma. Me dejó preocupada. A lo largo de nuestra vida juntos solo me había generado alegría u odio con sus actitudes. Ambos extremos a full. Pero esto me resultaba nuevo.

Quizás fuera verdad, o podría ser otra de sus tretas.

Esa noche me encontraba comiendo con los chicos.

FABIO

Má, hay mayonesa?

YO

No hiji, me olvidé de comprar.

DALILA

El lunes hay que pagar “patin”

ya me reclamaron la cuota dos veces.

De pronto me acuerdo que hay muchas cosas que afrontar. La vida de los chicos se debería alterar lo menos posible. Y Vincent como siempre no me dejó ni un peso.

YO

La semana que viene veo cómo arreglo todo.

FABIO

Má… vos y papá están peleados?

YO

Un poco.

DALILA

Pero no se van a separar, no?

YO

Ehhh….

Dalila se desespera.

DALILA

No mamá! Yo los quiero tener a los dos…

FABIO

Nena! Quién habló de separación? están

un poco peleados nada más.

Odio mentirle a los chicos. Pero hay verdades que duelen demasiado.

YO

Miren, hay problemas, solo eso…

DALILA

¿Pero...y qué va a pasar?

Papá se va a ir de casa?

Yo ví que puso ropa en el auto…

YO

Dal, pase lo que pase la vida de ustedes

va a seguir como siempre….

FABIO

Uhhh má….

Por más que intenté no pude tranquilizarlos. Se fueron a acostar preocupados. Y me quedé mal por ellos. Entonces decidí que esto era una agonía, que había que hacerla corta y por algo debía comenzar. Traté de ser realista. Las cosas con Vincent no me iban a resultar fáciles. Ni desde lo económico, ni desde lo emocional.

De solo pensarlo me angustiaba, pero concluí que estaba en medio del río y lo más lógico era esforzarme para llegar a la orilla nueva. Como sea.

Pensé: no todo está perdido. Tengo a mis padres, a mis hermanos, a la justicia, buena salud y ganas de trabajar. Con todo eso no debería ser difícil salir adelante.

Por otro lado, jamás había pedido nada a ninguno y menos había hecho un juicio a nadie.

Pero esta vez, si, necesitaba de todos.

Y como primera medida resolví mañana mismo ir a hablar con mis padres.

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