Cree que me mata, y yo pienso que se está suicidando. Tengo un carácter mucho más duro de lo que parece. Por más que intente debilitarme, no voy a ceder. Por más que me aísle de recursos y decisiones, voy a seguir en la mía. No lo dijo Martín Redrado al Gobierno. Se lo dije yo a mi futuro ex marido.
Viernes. A pesar de no haber escuchado el auto de Vincent yéndose, me levanté porque ya eran las nueve. Fui a la cocina y lo encontré planchando. Claro, pasaba que con tanto trabajo no me ocupé en lo más mínimo de su ropa. Apenas si se la lavaba. No yo, el lavarropas, y después se la guardaba doblada así nomás en el placard. El muy cobarde impositivo, desarrollaba su tarea mansito, sin chistar, sin protestar, sin pedir, sin exigir nada. Apenas un leve hilito de queja, muy moderado para su estilo de antes. Más tendiente a generarme culpa que a demandar.
Para reforzar aún más su auto incriminación victimaria, dejó que los chicos lo encontraran en ese metier. En vivo y en directo.
DALILA
Hola pá… querés que te ayude?
VINCENT
No hijita, hago lo que puedo.
FABIO
Pá… yo sé planchar.
VINCENT
No, querido, ya termino y me voy a trabajar…
No quiero que se quemen.
DALILA
Seguro? Mirá que…
VINCENT
(Con actitud conflictuada)
No hija, la cosa es que lo debería
hacer quien le corresponde…
Esto no es lo mío.
YO
Y qué sería lo tuyo?
VINCENT
Dedicarme a trabajar, nada más.
YO
Que yo sepa, también lo hago,
y me ocupo de los chicos, de la casa, de la plata….
VINCENT
Está bien… no voy a discutir,
si te parece un buen ejemplo….
YO
Me parece el mejor ejemplo.
¿Quién determinó obligaciones fijas para cada uno?
Ya me estaba fastidiando el tema, y para que no pasara a mayores, lo di por terminado. No por Vincent, por los chicos.
Cuando concluyó su gran actuación, a eso de las diez, se fue.
Con mis hijos transcurrimos la mañana tal como de costumbre, tranquilos y atareados, y a primera hora de la tarde, cada uno a los suyo.
Al llegar a la oficina había una mujer sentada en la sala de espera de la recepción.
YO
Hola Blanquita!
BLANQUITA
Hola querida, vení que te presento:
Ella es la señora Claudia Rial, la nueva vendedora.
Me di vuelta y me acerqué al sillón donde estaba esa persona.
YO
Mucho gusto Claudia, me llamo Milena.
CLAUDIA RIAL
Ah… el gerente me habló de usted.
YO
Claudia… tuteame si querés.
CLAUDIA RIAL
Ah.. no te molesta? Porque al arquitecto no le gusta,
yo pensé que todos…
BLANQUITA
Noooo… entre nosotros…
Vení a conocer al otro vendedor, se llama Jorge.
Jorge se quedó quieto, esperando en su escritorio a que Claudia se le acercara.
JORGE
(Canchero extendió la mano)
Qué decís preciosa!
CLAUDIA
Bien, me dijo el arquitecto que hace
mucho que trabajás acá.
JORGE
Bastante. Soy vendedor “Senior” de salón.
YO
Blanquita, ya le asignaron un escritorio?
BLANQUITA
No, esperamos al arquitecto para que nos diga.
JORGE
Que se siente donde quiera.
En ese momento llegó Piña de almorzar.
ARQUITECTO PIÑA
Buenas tardes a todos…
Blanquita, alguna novedad?
BLANQUITA
Ummm… no, ya le pasé todo antes de irse…
Ah.. está la nueva vendedora esperándolo.
ARQUITECTO PIÑA
Claudia, venga a mi oficina.
Claudia era una mujer más o menos de mi edad, hermosa, con buena educación y excelente trato, me gustaba para ese puesto. Además, tenía una sonrisa cálida que acompañaba cada gesto y eso la hacía parecer muy accesible. En fin, creo que fue otro acierto de mi jefe.
Me fui a sentar al escritorio para comenzar a trabajar. Primero, saqué dos porta retratos con fotos de los chicos y los puse bien visibles.
JORGE
A ver?… Qué lindos salieron…
YO
Si, son hermosos…
JORGE
Y tu marido? No lo ponés?
YO
Naaaaa…
JORGE
Che… hablando de todo….
Qué buena está la nueva vendedora…
Aunque un poco confianzuda…
YO
No me pareció.. yo la ví atenta, amable, agradable,
como corresponde para ese puesto…
JORGE
Un buen vendedor debe ser serio, despierto,
bien predispuesto, con chispa….
En ese momento entró a la oficina un cliente nuevo y se acercó a la recepción.
CLIENTE
Qué tal? Quería consultar por una
propiedad comercial en alquiler.
BLANQUITA
Si, ya le doy con un vendedor.
(Dándose vuelta)
Jorge…podés atender?
JORGE
Si, que pase.
Blanquita se levantó de la silla, acompañó al cliente y lo sentó frente a Jorge en su escritorio.
JORGE
Buscas un inmueble comercial ¿por acá?
CLIENTE
Eh… si, me presento, soy Marcelo Levy,
(le da la mano)
cómo está?
Si, y lo necesito para un centro de estética.
Preferiría un piso único, tipo PH sobre la
Avenida Rivadavia, de entre 200 y 300 metros.
Jorge miró la computadora, que en ese momento estaba ubicada en Youtube, y rápidamente puso la página de la inmobiliaria.
JORGE
Sabes que no tenemos nada en
este momento…. Lástima!
CLIENTE
Y no sabe si van a tener?
JORGE
Hummm… no sé. Lo lamento, no te puedo ayudar….
CLIENTE
La verdad, que lo necesito con urgencia,
y no consigo… ¿Y si le dejo mi teléfono por si “entra” algo,
así me llama?
JORGE
Por mí, encantado… pero no es de lo
que nos ocupamos preferentemente….
CLIENTE
Mire, hagamos una cosa, le doy mi tarjeta personal y
si me lo ubica, le pago el doble de comisión…
Yo prendí en ese mismo instante mi radar económico. Y presté toda mi atención.
JORGE
Bueno, dale, pero no te prometo nada….
El cliente se levantó, saludos de rigor y se fue. A continuación, la tarjetita fue a parar al cesto.
YO
Qué hacés?
JORGE
Qué me viene a correr éste con la doble comisión…
Puro verso…
YO
Y qué sabés? Por ahí era cierto!
JORGE
No creo en ilusiones, a mi dejame con la realidad.
Y la realidad es un tipo que viene a dejar una reserva.
¿Vas a tomar café?
YO
No… Por?
JORGE
Uh… me tengo que ir a buscar….
Off course, que cuando se fue a la cocina corrí a rescatar la tarjetita.
viernes, 15 de enero de 2010
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