domingo, 10 de enero de 2010

70 – ME QUIERO DIVORCIAR YA! – AMIGOS SON LOS AMIGOS

Ni mi marido es Cristina, ni yo soy Cobos. Somos dos personas que compartían un proyecto común, hoy convertidos en enemigos por el paso de la convivencia. Con sentimientos encontrados que los mutaron de compañeros a adversarios. Ni conspiradores, ni desestabilizadores, ni traidores. Simplemente fieles a sus ideas.

Sábado. Lindo día de sol para estar en casa con los chicos y además meditar temas de trabajo. Ver a Patricio ayer por la tarde fue, una vez, más revelador. Qué capacidad para hacerme sentir bien. Qué conocimiento profundo del mercado inmobiliario. Lo emocional funcionaba en mí como un remedio de liberación lenta. Pasaban las horas y el efecto positivo seguía tal cual. Recordarlo, era volver a sentir placer. Sus abrazos, sus besos, sus caricias, y por sobre todas las cosas su risa. Su risa contagiosa que me proponía bienestar.

Con un poco de amargura, inevitablemente comparaba esos momentos con los últimos tiempos de Vincent. Todo se había vuelto desconfianza, tristeza, decepción, inestabilidad emocional. Ya ni me acordaba de cuando habíamos disfrutado, de verdad, juntos. Con los años habíamos construido un muro inexpugnable entre él y yo. No nos veíamos, no nos mirábamos, no nos importábamos.

Por otro lado estaban esas últimas expresiones de Patricio. Parecía como que quería acercárseme cada vez más. Y la verdad, me daba un poco de miedo. Nadie podía garantizarme no sufrir. Hasta ahora, me protegía la idea de que nuestro vínculo nunca iba a prosperar. Esa situación, planteada con tanta claridad al principio, me había producido tanta angustia como caminar por una ruta que garantizaba no conducír a ningún lado. Y aunque pareciera contradictorio, era preferible eso a encaminarme hacia una supuesta felicidad y que al final todo se frustrara.

Otra cosa que me llamaba la atención era que cuanto más descartaba esa idea, parecía que Patricio más se aferraba a ella. Típico de hombres, pensé, cuanto más los dejás de lado, más te siguen. Raro.

Mejor pensar en algo más seguro: mi trabajo. Después de mucho meditar en la estrategia con los dueños vende, traté de armar en mi cabeza los argumentos convincentes que me permitieran enfrentarlos. A propósito, preparé la lista de los seis que me habían negado autorización y comisión, para disponerme a llamarlos. Calculé que lo mejor sería citarlos el lunes en la inmobiliaria y así plantearles todo personalmente. Tomé el teléfono y actué, con el resultado favorable de cinco, que irían entre las dos y las cuatro. Bien, así me podría lucir con lo lindo de la oficina, y además tendría cerca al Arquitecto Piña, por si necesitaba apoyo logístico.

Más tarde, me aboqué a planificar una carpetita para entregarles a los visitantes por guardias. En la que había hecho ayer del alquiler, solo me habían dado una tarjeta de la inmobiliaria y una planilla para llenar con los datos de los clientes. Me pareció algo muy pobre y que le restaba imagen a la empresa.

Estuve como dos horas diseñando en la compu algo novedoso como para que todo el público se pudiera llevar información más completa del inmueble que habían ido a ver y del servicio que podíamos ofrecerles. Tanto trabajo dio buenos resultados. Lo que quedó estaba completo, prolijo, convincente y estéticamente acorde con la calidad de la oficina. El lunes se lo podría presentar al Arquitecto Piña.

Parecía encaminarse como un día perfecto, todo me iba saliendo bien.

Llegó la hora de almorzar con los chicos.

FABIO

Má, puedo invitar a Luca, para jugar acá?

YO

Hoy?

FABIO

Si.

YO

Bueno, invitalo.

DALILA

Y yo? Puede venir Nadia?

YO

Si, que venga.

FABIO

Má, vos no tenés muchas amigas, no?

YO

Y… no.

FABIO

Qué lástima.

YO

A mí no me molesta.

Es más, creo que ni tendría más tiempo disponible para nadie.

DALILA

Pero todos tenemos, menos vos.

FABIO

Si, papá tiene al Loco, al Chato, a Ernesto …..

DALILA

Y a esa asquerosa de Mariana….

YO

(Sorprendida)

Mariana? De dónde es?

FABIO

Es una amiga que siempre está en el negocio.

DALILA

Si, y la pasó a visitar el día que nos llevó con el auto nuevo.

YO

Ah… mirá vos. Y fueron a la casa?

FABIO

A la puerta. Papá le mostró el coche un rato y nos fuimos.

YO

Que…. bien.

DALILA

Yo no me la aguanto.

Cada vez que lo ve, lo saluda a los gritos.

Y a mi no me gusta que lo abrace y se ría tanto.

FABIO

Si, es un poco estúpida.

Me quedé con una sensación rara después de esa revelación. Era como esos días de sol a pleno que de pronto se oscurecen por una tormenta. Así me sentía por dentro. Hasta llegué a pensar si tenía demasiado sentido seguir ocultándoles a los chicos que estaba con planes de divorcio. O, en realidad me ponía mal saber que esa mujer tenía contacto con lo más preciado de mi vida: mis hijos.

Fue como una mezcla de angustia, desolación y odio. Ya no esperaba nada bueno de Vincent, pero tampoco tenía margen para seguir recibiendo sus malas noticias. No sabía si increparlo por eso, o si dejar pasar ese tema. Decidí que me tomaría al menos un día, para pensar bien qué hacer.

En general, para toda cuestión, siempre me había gustado meditar bien antes de actuar. No hacerlo por impulso, sino con todos los elementos de juicio suficientemente desmenuzados en mi cabeza. Ese sistema tenía la desventaja que prolongaba por horas, días o meses el malestar por algo que me angustiaba. Pero el lado positivo, era permitirme tomar decisiones muy analizadas, de forma que no me dejaban lugar a dudas o arrepentimientos.

A la noche llegó Vincent, tarde como siempre. Yo estaba en la cocina desvelada pensando en él. En él y los problemas nuevos que cada día me causaba. No me sentía demasiado segura de querer hablarle en ese momento. Me imaginaba a mí con un ataque de ira, y a él suponiendo que solo se trataba de una cuestión de celos. Hasta ahí también llegaba nuestro muro distanciador. Hasta ponernos como dos extraños que desconocían lo que de verdad le podía pasar al otro. O no les importaba demasiado.

Tampoco quería plantear algo parecido a un reclamo. No. No era eso lo que yo necesitaba. Era otra cosa. Algo que pudiera poner fin a ese proceder de Vincent con los chicos que me enfurecía. Por otro lado, estaba el hecho de que él era el padre, con los mismos derechos que yo, aunque no se preocupara demasiado por las obligaciones. Y finalmente, lo más importante: no se trata de con quién uno se tenga que enfrentar en una discusión, se trata de que esa persona nos resulte creíble. Si no, hablar no sirve. A mí no me sirve.

VINCENT

Buenas, hay algo de comer?

No le contesté. Hice como si no existiera.

VINCENT

Eh, Milena, hay algo de comida?

Seguí callada, ya convencida de que no quería explotar justo en ese momento.

VINCENT

Te pasa algo?

YO

No-me-vuelvas-a-preguntar-nada-más-OK?

Debo haberlo mirado con expresión asesina, porque se quedó callado y por suerte no me habló más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario