lunes, 1 de febrero de 2010

92 – ME QUIERO DIVORCIAR YA! – MANIPULACIONES: SMALL Y EXTRA LARGE

Conciente o inconcientemente, todos tratamos de llevar a los demás a nuestro sistema de creencias. Es una de las maneras que tenemos para intentar congeniar. “El arte de vivir, se compone en un 90% de la capacidad de enfrentarse a personas que no podemos soportar” Samuel Goldwin.

Domingo. Ayer a la noche, durante la cena con los chicos, intenté por primera vez hablar con ellos sobre el divorcio. Con todo el cuidado que mi amor requería, hice lo posible para prepararlos sobre ese tema. Y la introducción no estuvo nada mal, a pesar de las negativas cerradas de Fabio. Al menos, el ejemplo de la clienta de los candados me sirvió de modelo extremo y terminal de una familia amontonada a la fuerza. También me gustó la comparación con otros afectos. Era una manera de ir delineando los pasos futuros. Ni lloraron, ni se angustiaron. Sí, se quedaron pensativos. Lo noté especialmente en el viaje de vuelta. Yo los miraba por el espejo retrovisor. Tenían los ojitos pendientes del paisaje que recorríamos, pero me di cuenta que sus mentecitas estaban a mil. No hacían comentarios sobre lo que veían, ni siquiera cuando pasamos cerca de una veterinaria, el lugar más atractivo para sus deseos infantiles. Ojalá hubiera logrado dejarles algo positivo con ese planteo tan delicado.

Me resultó divertida y oportuna la pregunta sobre el día que conocí a Vincent. Sirvió para distendernos contándoles pasajes divertidos de ese momento. Y también me dejó pensando.
Él y mi padre se habían relacionado primero, formando parte de un grupo masculino que una vez por mes se juntaban para ir a pescar. Todos grandes y casados menos Vincent, que operaba como la mascotita del equipo. Resulta que esa “pandilla” organizó una noche de sábado, un gran asado para conmemorar el primer año del “club”. Se hacía en una casa enorme de uno de los “socios” en el Gran Buenos Aires. Fuimos nosotros cinco: mis padres, mis hermanos y yo. Todos los demás estaban con sus familias menos Vincent. Fue verlo y zás!... Me encandiló. Mi padre, en particular, lo trataba con mucho afecto. Decía todo el tiempo “este pibe es un fenómeno”… y por lo tanto, avaló desde un primer momento que el “fenómeno” se fijara en su hija.
Él venía de un largo noviazgo con una chica que según sus palabras había amado mucho. Yo, de relaciones intrascendentes.
No hay nada peor para un ser humano que someterlo a una contienda amorosa con una historia que caló hondo en el ser amado. Parece que el desafío es mayor, que la persona en cuestión cobra un valor inusitado cuando de disputarse el podio en su corazón se trata.

Me acuerdo que me conmovió verlo tan arraigado a ese terminado amor. Nos vimos todos los días de la semana siguiente del asado y me propuso algo infalible para cualquier mujer: proteger a un alma desvalida. Y así lo hice. Mientras tanto, él se dejaba contener, repitiéndome a cada rato “soy tuyo”, al mismo tiempo que me celaba y perseguía con otra frase histórica “sos mía”.
Ahora me doy cuenta que ese fue el preciso momento en que se empezó a tejer esta telaraña de posesiones que terminó conmigo encerrada en casa durante tanto tiempo.
Al principio, yo no podía entender como una chica podía haber “pateado” a un ser tan bello, imaginativo y personal como Vincent.
Ahora lo tengo claro: ella pudo zafar, yo no.
Como sea, Fabio logró remontarme a una etapa feliz de mi vida. Y eso se contraponía ferozmente con mis decisiones divorcistas.
Paradojas de la vida…. O de mi hijo menor….. Oia!... ¿No lo habrá hecho a propósito?....
Como se puede apreciar, las mañanas eran en mi vida, el momento ideal para sacar conclusiones trascendentales. Únicamente ese primer ratito sola mientras tomaba un té, hasta que se levantaban los chicos. A partir de sus presencias, toda mi persona se veía absorbida por ellos.

FABIO
Buen día má.

YO
Hola mi amor, dormiste bien?

FABIO
Se.

DALILA
Hola mamota.

YO
Hola princesita, descansaste?

DALILA
Si.

YO
¿Quieren que vayamos a
comprar césped por la mañana?

Los chicos desayunaron tranquilos. Yo, cada tanto, semblanteaba la actitud de Fabio tratando de averiguar cómo le había pegado la charla de la noche anterior. Y parecía como que él hacía lo mismo conmigo.
El barrio donde vivíamos estaba poblado de chalecitos amplios estilo colonial con grandes parques adelante y atrás. En todos había rejas de protección formando cercos altos o bajos según el gusto de cada uno. No sé porque, pero una de las mayores obsesiones de todos era mantener impecable el pasto y las plantas. Parecía el principal deporte local. No estaba bien visto tener el jardín descuidado. La única persona que le prestaba escasa atención era una vecina de enfrente: Doña Marta. Una mujer mayor, muy parca, que vivía sola, y con la mera compañía de su perro “Coly”. Coly era el nombre, no la “marca”. Se la veía salir pocas veces de su casa. Tan pocas que de verdad nunca se sabía si estaba o no en ella. Sé que tenía varios hijos viviendo en el exterior, pero de su otra familia no se conocían detalles. Deduzco que su contacto con el mundo exterior sería solamente la televisión.
Luego de comprar el césped en panes, almorzamos para ocuparnos del jardín por la tarde.
A eso de las 15,30 preparamos todas las herramientas y nos pusimos a trabajar.

YO
Fabio ¿porqué no removés un poquito
la tierra, así lo plantamos mejor?

DALILA
Yo puedo ocuparme de regar?

YO
Dale.
Me dijo el del vivero que le pongas bastante agua.

FABIO
Má ¿uso la pala?

YO
Si no te resulta muy pesada si.
Por más que el nene intentó, le era imposible sostener tanto peso con los dos bracitos, entonces decidí ayudarlo.

YO
Dame, yo la clavo y vos sacás la tierra….

FABIO
No, yo puedo…
Ponía toda la voluntad, pero el cuerpito no lo acompañaba. Resolví ir a buscar alguna otra herramienta a la casa.
Estaba en eso cuando de repente escuché un par de alaridos muy fuertes y después una discusión a los gritos de Doña Marta con alguien. Salí corriendo y me encontré con Fabio metido dentro de su jardín y a la señora increpándolo.

DOÑA MARTA
Te dije que te vayas de acá mocoso maleducado!
Y dame eso, que es mío!

FABIO
No le doy nada! Usted no tiene
derecho a maltratar así a este animal!

DOÑA MARTA
Vos no me vas a decir cómo tengo que tratarlo!
Dáme eso!

FABIO
No se lo doy… usted no le puede pegar de esa forma!
¿No ve que le duele?
YO
Qué pasó?

DOÑA MARTA
Llevate a este chico de mi casa, o llamo a la policía!

YO
Fabio ¿Qué hiciste?

FABIO
(Angustiado)
Le pegó con una varilla a Coly y se la saqué…..

DOÑA MARTA
Que me la devuelva!... este es un pichón de chorro!

YO
Cuidado con lo que le dice señora!!!!

DOÑA MARTA
Ma que cuidado, ni cuidado!!
Se metió en mi casa para robarme!

FABIO
Yo no le robé nada! Estaba castigando al perro…
mirá lo asustado que está!
Coly estaba a un costado acurrucado contra la pared. Observaba la varilla con pavor.

YO
Fabio dale a la señora la varilla, y usted,
señora, por favor no le pegue a su perro…..

DOÑA MARTA
Salgan los dos de mi casa! Ya!

FABIO
Yo me voy, pero no le devuelvo nada!

DOÑA MARTA
(Empujando a Fabio)
Ladrón!!!!

YO
(Tomándole los brazos a la señora)
No toque a mi hijo!!!!!

DOÑA MARTA
Soltame estúpida!!!!

FABIO
No le diga estúpida a mi mamá!!!!

DALILA
(Se acercó llorando después de mirar todo desde nuestro jardín)
Deje de insultar a mi familia!!!!!

YO
Señora, usted es de lo peor!
Puso mal a mis hijos, dañó a su perro!!!!

DOÑA MARTA
Vayanse todos de mi casa!...
y le juro que esto no va a quedar así!!!!
La mujer intentó empujarnos hacía la calle y fue peor. Empezamos las dos a gritarnos insutos cada vez más procaces. Los chicos lloraban. El perro seguía asustado.
En eso llegó Vincent. Se bajó del auto y vino al jardín de Doña Marta.

VINCENT
¿Qué es esto?

DOÑA MARTA
No se meta en mi casa!!!!!

DALILA
(Llorando y abrazada a su padre)
Papá! Menos mal que viniste!!!!

VINCENT
Milena ¿qué hiciste?

DOÑA MARTA
Su hijo me robó!

VINCENT
Eso hiciste Fabio?

FABIO
Noooo! Le saqué una cosa para
que no le pegara más al perro….

VINCENT
(Mirando al perro y a la señora)
Bueno, pero el animal es de ella… tiene derecho…

DOÑA MARTA
Eso digo yo… y es mi casa….

VINCENT
Bueno, señora, discúlpelo… son cosas de chicos….

DOÑA MARTA
Usted sí que es razonable… en cambio su mujer….

VINCENT
Ella está nerviosa porque tiene mucho trabajo…

DOÑA MARTA
Y yo qué culpa tengo?

VINCENT
No, ninguna, le pido mil perdones…..
Chicos, Milena … ¿vamos?

FABIO
Pero pá… el perro….

VINCENT
No le va a pasar nada… ¿no señora?

DOÑA MARTA
Por supuesto, yo le tengo que dar un
poco de educación nada más….

VINCENT
Y lo bien que hace… Nosotros nos vamos…
Que tenga buen día….
Salimos todos de ahí para dirigirnos a nuestra casa. Yo estaba atónita. Fabio aterrado dejando al pobre perro, y Dalila orgullosa abrazando a su padre. Una vez en el living:

FABIO
Pá… aunque sea, le hubiéramos sacado la varilla.
Le pegó muy fuerte, lo hizo llorar.

VINCENT
No te preocupes campeón.
La próxima vez que vea al perro en el jardín,
le abro la reja para que se escape.

FABIO
Genial!!!

DALILA
Te quiero papi….

VINCENT
Bueno ¿más tranquilos?
Entonces, ahora sigan con lo que estaban haciendo.
Los chicos salieron de la casa y nos quedamos él y yo a solas.

YO
Qué clase de ejemplo les diste?

VINCENT
El único que les va a servir en la vida.
Decirle a la gente que sí a todo…
sin peleas, sin discusiones, sin agresiones…
y terminar haciendo lo que uno quiere…..

No hay comentarios:

Publicar un comentario